"Un destello de lucidez"
Artículo publicado en EL PAIS hoy 9-7-2007 por Adolf Beltrán
Procede, una vez más, del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, el destello de lucidez. Bastó su gesto de proponer, en el marco de una remodelación de su gabinete cuya
oportunidad y proyección resulta superfluo glosar, al ministro saliente Jordi Sevilla que asuma la tarea de renovar el socialismo valenciano para que la ficción construida por el aparato del PSPV alrededor del derrotado Joan Ignasi Pla se haya venido abajo. La supuesta indicación de Zapatero de que no le hicieran olas a Pla hasta las elecciones generales se ha mostrado falaz, una mala elucubración de quienes buscan reinar
Pero tal inyección de sentido común, aunque imprescindible, sirve apenas para mantener la esperanza en una catarsis que el debate de investidura de Francisco Camps y la reciente formación de su nuevo Consell hacen, si cabe, más perentoria. Porque, lejos de expresar la sensatez y la moderación presumibles en quien ha obtenido una mayoría electoral muy amplia, Camps se presentó como un presidente superlativo, protagonista de una especie de cambio de régimen del que se autoproclamó inductor. Convencido, por lo visto, del poder taumatúrgico de la retórica, adornó su gestión con una colección interminable de cualidades y se adjudicó unos liderazgos que hubieran dado vértigo sin la cacofonía provinciana, un tanto naïf, que lo envolvía todo. La livianidad del asunto quedó clara de inmediato, ya que tanto discurso enfático se ha traducido, a la hora de la verdad, en un Consell gris, mediocre hasta el aburrimiento, que aumenta la influencia de la derecha religiosa a través del nuevo vicepresidente de Bienestar Social, Juan Cotino, y en el que la única excentricidad divertida es la atribución de Gotzonne Mora, una señora vasca de discurso más bien atrabiliario, al devaluado Rafael Blasco como secretaria autonómica de Inmigración y Ciudadanía.
La legislatura, pues, comienza como una fanfarronada de verano y con una oposición cuyo encefalograma da pocas señales de vida (¿cómo puede ofrecer Pla la negociación de trasvase alguno a Camps? ¿De verdad cree que al PP le interesa el Ebro como algo más que una bandera contra el Gobierno central?). Sólo algunos destellos, entre los que hay que incluir también la "Iniciativa" que los nacionalistas de Pasqual Mollà levantan ahora mismo contra el sectarismo estéril que impera en Esquerra Unida, iluminan el purgatorio que la izquierda valenciana tiene por delante.

Pero tal inyección de sentido común, aunque imprescindible, sirve apenas para mantener la esperanza en una catarsis que el debate de investidura de Francisco Camps y la reciente formación de su nuevo Consell hacen, si cabe, más perentoria. Porque, lejos de expresar la sensatez y la moderación presumibles en quien ha obtenido una mayoría electoral muy amplia, Camps se presentó como un presidente superlativo, protagonista de una especie de cambio de régimen del que se autoproclamó inductor. Convencido, por lo visto, del poder taumatúrgico de la retórica, adornó su gestión con una colección interminable de cualidades y se adjudicó unos liderazgos que hubieran dado vértigo sin la cacofonía provinciana, un tanto naïf, que lo envolvía todo. La livianidad del asunto quedó clara de inmediato, ya que tanto discurso enfático se ha traducido, a la hora de la verdad, en un Consell gris, mediocre hasta el aburrimiento, que aumenta la influencia de la derecha religiosa a través del nuevo vicepresidente de Bienestar Social, Juan Cotino, y en el que la única excentricidad divertida es la atribución de Gotzonne Mora, una señora vasca de discurso más bien atrabiliario, al devaluado Rafael Blasco como secretaria autonómica de Inmigración y Ciudadanía.
La legislatura, pues, comienza como una fanfarronada de verano y con una oposición cuyo encefalograma da pocas señales de vida (¿cómo puede ofrecer Pla la negociación de trasvase alguno a Camps? ¿De verdad cree que al PP le interesa el Ebro como algo más que una bandera contra el Gobierno central?). Sólo algunos destellos, entre los que hay que incluir también la "Iniciativa" que los nacionalistas de Pasqual Mollà levantan ahora mismo contra el sectarismo estéril que impera en Esquerra Unida, iluminan el purgatorio que la izquierda valenciana tiene por delante.
"No va a salir bien, señor presidente"
Artículo publicado en el Levante hoy 9-7-2007 por Juan Antonio Blay
El 22 de septiembre de 2000 José Blanco cumplía justamente dos meses como secretario de organización del PSOE. Ese día llegó a Alicante investido de su nuevo cargo para asistir al IX congreso nacional del PSPV que comenzaba ese día en el recinto de la universidad: era su bautizo de fuego en su recién estrenada responsabilidad ya que el cónclave de la segunda federación socialista se presentaba totalmente incierto y con la necesidad de cerrar una etapa de cinco años convulsos y dos derrotas electorales. Y la verdad es que se estrenaba con un despiste monumental: en un encuentro que mantuvo con unos periodistas a primeras horas de la mañana en el hotel Meliá hizo un pronóstico categórico: va a ganar José Luis Ábalos. Una afirmación que repitió hasta tres veces durante la hora que duró la reunión pese a que reiteradamente los periodistas le hicieron todo tipo de consideraciones, ni a favor ni en contra de su profecía, todas ellas dirigidas a informarle sobre la complejidad orgánica del PSPV, que llegaba al congreso con tremendas heridas
abiertas.El pronóstico de Blanco fue un gran fiasco y solo la conmiseración de los periodistas a su breve experiencia en el cargo impidió que apareciese en prensa con gran ridículo. La verdad es que Blanco no era el responsable de su propio pronóstico. Días antes, José Luis Rodríguez Zapatero se había pronunciado sobre ese congreso del PSPV en estos términos: «Me han hablado muy bien de una persona muy válida, Ximo Puig, pero me dicen que no quiere presentarse, así es que mi apuesta es por Ábalos, al menos me apoyó en el congreso federal.» Pues bien, con estos mimbres elaboró su estrategia Ferraz de cara a aquel trascendente congreso de la segunda federación socialista. Y no les salió bien; es más, en principio les salió muy mal, ya que el ganador, Joan Ignasi Pla, había sido el portavoz de la candidatura de Rosa Díez al 35 congreso federal del PSOE. De nada les sirvió el significativo hecho de que se presentasen cinco candidatos (Pla, Ábalos, Perelló, Bresó y Baixauli, que se retiró a última hora) y que un sexto no lograse los 40 avales, entre 396 delegados, para presentarse.Tampoco les sirvió la reciente historia cuando, un año antes, Ferraz, con Almunia al frente, anuló en 48 horas el resultado de un congreso del PSPV que había elegido secretario general precisamente a Pla, acompañado de Lerma como presidente. Estos elementos, junto a otros muchos más, deberían haber hecho reflexionar en estos momentos a José Luis Rodríguez Zapatero, acompañado de Blanco, para saber que cuando Ferraz ha querido meter la cuchara en el PSPV el resultado no ha salido precisamente brillante. La prepotencia de Ferraz, cuando no el menosprecio, y la desinformación sobre el PSPV están en el origen de esta situación.

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